Según defiende el modelo cognitivo – conductual la interpretación que hacemos de lo que nos pasa es la causante de que nos sintamos de una determinada manera. Según este modelo nuestra conducta viene determinada por nuestras emociones y estas, a su vez, derivan de nuestros pensamientos.
En ocasiones nuestra mente nos hace sentir mal al distorsionar la realidad y exagerar los acontecimientos. Para poder evitarlo el primer paso es ser capaces de reconocer cuándo esto ocurre y es aquí donde entran en escena las denominadas distorsiones cognitivas que son esquemas equivocados, errores sistemáticos a la hora de interpretar lo que nos rodea y que generan múltiples consecuencias negativas. Cuando las distorsiones cognitivas (en cuyo estudio destacan Aaron Beck y Albert Ellis) generan pensamientos automáticos estos suelen ser de carácter negativo. Es evidente que esta forma de procesar la información puede ocasionar consecuencias negativas en el plano personal, laboral, relacional…
Se exponen ahora alguna de las principales distorsiones cognitivas. Tengamos en cuenta que todos tenemos experiencia en ellas. El problema surge cuando no podemos explicar nuestra existencia sin ellas.
Para modificar las distorsiones cognitivas debemos, una vez detectadas, aprender a interrogarnos sobre su validez y ser capaces de sustituirlas por pensamientos alternativos más realistas que nos generen emociones positivas.
Aaron Beck dijo: “nuestro modo de pensar determina en gran medida si alcanzaremos nuestros objetivos y disfrutaremos de la vida o incluso si sobreviviremos”.
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